Inventos del demonio...

APUNTE LEGO

Opina Noam Chomsky crudamente que las Google Glass son «orwellianas, ridículas y destruyen a la gente», y atribuye a Eric Schmidt, cofundador y capitoste del Gran Hermano Buscador, unas palabras definitivas: «si estás haciendo algo que no quieres que esté en internet, no lo deberías estar haciendo...».

La clave con las glass, que aún no es producto a disposición del público, tiene más que ver con la ética, la estupidez y la maldad humana que con su tecnología. Ningún artefacto, ¡incluyendo hasta un arma de fuego!, es intrínsecamente bueno ni malo: depende de cómo se use. ¿Debería regularse el uso de las gafas en espacio público?

El Washington Post rebota las palabras de Chomsky y trata de desmentir que las dichosas gafas sirvan para llevar imágenes a internet. La operación de ayer, transmitida en primera persona por el doctor Guillén, demuestra que sí y además, ojo a lo que cuenta el médico: se olvidó de que las llevaba puestas.

Es el punto. Antes en el metro veías a muchos absortos leyendo el periódico o un libro. Ahora son legión los que sobetean frenéticamente una pantalla de móvil, tableta o chisme con auriculares, con gesto abstraído, ausente o alelado. ¿Están enfrascados en la conversación; miran vídeos; leen buenas historias; buscan citas o porno; están aportando datos, sin saberlo, a algún servicio de inteligencia...? Ya lo dicen los obamistas: intimidad y seguridad, a la vez, no puede ser.

En un futuro de meses parte de esa gente andará ya con el ojo derecho un poco estrábico mirando al prisma, la minipantalla en la esquina superior, mientras la cámara envía vídeo sin parar a algún servidor en streaming por 4G... No sabrás si al mirarte te retratan. Entonces, ¡oh, Dios!, las esposas y los novios querrán compartir la mirada de sus parejas para vigilar si se detiene demasiado en algún culo (he dicho culo, hijo mío). Las webs de vídeo se llenarán de tropezones, ridículos imprevistos y cotidianas situaciones anodinas. Un eterno videochating global para mirones.

¿Alarmismo? Si uno creyera en la ingenua bondad natural del hombre, como Rousseau, esta columna sería bullshit, pero miren la Red...

La mejor virtud de las ingeniosasas gafas es su debilidad: precio alto y sólo seis horas de batería. Por las tardes volverá la normalidad.

Las Google Glass parecen un invento del demonio. Otra sibilina tentación para la Humanidad. Y, vaya, lo confieso, también estoy deseando tener mi ocasión de pecar.

Twitter: @juliomiravalls